Compra de la Imagen de la Virgen
Ana de Matos era una mujer de empresa y también era una mujer Cristiana.
Esta señora, considerada del gran mundo, se convirtió en una de las mujeres más célebres en la historia del culto a Nuestra Señora.
El afán de verse realizada, se cumplió mucho más de lo que ella en su juventud pudo soñar.
Por los años 1671, la Santa Imagen, se encontraba en la estancia de Rosendo que, por abandono de sus dueños, estaba en un total estado de abandono, razón por la cual la Ermita de la Virgen que permanecía, vino a quedar en casi despoblado.
A este abandono contribuyó tambien en aquellos años, el haberse cerrado el Camino Viejo a Córdoba que pasaba cerca, el temor de los indios infieles y la indeferencia con que las Autoridades Eclesiásticas hasta la fecha habían mirado tal devoción. Sólo el negro Manuel logró en esos años mantener vivo el culto a Nuestra Señora. Por ese abandono los peregrinos sentían algún desconsuelo, porque no había en aquel lugar casa ni rancho donde hospedarse y frecuentar visitas.
Fue entonces en 1971, cuando Ana de Matos, estimada en Buenos Aires, como una distinguida y prudente dama, dewseosa de remediar esa necesidad de los peregrinos, temiendo, por otra parte, que la Venerable Imágen cayera en manos de los infieles que a su parecer, la profanarían sin piedad, ansiosa, sobre todo, de que se aumentasen los cultos de la Purisima VirgenMaría, formó el proyecto de trasladar la Santa Imagen a su estancia, situada igualmente sobre la orilla del río Luján, en su márgen derecha, y a unas cinco o seis leguas de la estancia de Rosendo. Además junto a la casa vivienda de la estancia de Matos, cruzaba el Camino Nuevo a Córdoba, y por lo tanto el lugar era más concurrido y cómodo para llegarse a la ciudad.
Ana de Matos pidió al maestro Juan de Oramas, Cura de la Catedral, (que en ausencia de Rosendo en las regiones del Norte ejercía todos los derechos sobre los bienes de Rosendo por un amplio poder que le había sido otorgado) le consediese dicha Santa Imágen, asegurándole la cuidaría con todo esmero, y le haría una Capilla capaz en su propia estancia, donde estaría más asegurada contra las profanaciones de los infieles y más al alcance de los devotos peregrinos, por estar el lugar, próximo al Camino Real, y por tanto más cómodo y transitado.
Fué así como Juan de Oramas aceptó la propuesta de Ana de Matos, no solo por los motivos que la señora aducía que eran razonables, sino también porque( como cuenta el historiador Felipe José Maqueda) se persuadía que los concurrentes a la Capilla le robaban el ganado de la estancia. Ana de Matos correspondió agradecida en darle alguna gratificación, no menos que doscientos pesos. Llevose la Santa Imágen a su casa y la colocó en cuarto preparado para que permanezca allí hasta que en breve le edificara una Capilla pública.