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El Cabildo de Luján  comenzó a sesionar  el 7 de enero de 1756, ejerciendo las funciones que le fueron delegadas en su auto creación, dictada el 17 de octubre por el gobernador José Andonaegui. En 1738, el gobernador Miguel de Salcedo comenzó a pergeñar la idea de focalizar el embrionario conglomerado humano que se estaba formando en los alrededores de la ya preexistente capilla.

Doña Magdalena Gómez de Díaz Altamirano ordenó, por pedido del gobernador, fraccionar y vender en parcelas todas las tierras de su establecimiento, que rodeaba el templo, con el fin de ocupar dichos terrenos todos aquellos que buscaban refugiarse por las repetidas incursiones de los indios. El Cabildo de Luján nació en una época especial, que  se vio acentuada en las grandes transformaciones del último cuarto de siglo XVIII e inicios del XIX.

Las funciones del cabildo eran municipales y políticas y sus miembros eran individuos representativos de la población. Tenían a su cargo asuntos contenciosos, la protección de los pobres y menores, el cuidado de la cárcel, de la higiene, del abasto, de la defensa de la población, la celebración de las festividades civiles y eclesiásticas, es decir, toda clase de atribuciones relacionadas con los intereses públicos locales.

Los miembros del ayuntamiento se denominaban cabildantes y entre otras, tenían las obligaciones que se enumeran a continuación. El alcalde era el encargado de administrar la justicia. El alguacil mayor tenía la misión de ejecutar las resoluciones de los magistrados; el defensor de menores, cuidaba de los huérfanos y pupilos, de su educación y de la defensa de sus intereses. El defensor de pobres era el funcionario que representaba y defendía a los litigantes y encausados que carecían de defensor particular. El mayordomo del cabildo, guardaba las llaves de la sala capitular y demás oficinas y corría con el arreglo de la casa. Actuaba igualmente como escribiente y debía concurrir a las funciones con traje de ceremonia. Por último, el Alférez real era el funcionario que llevaba el real estandarte en las grandes solemnidades, y tenía voz y voto en los cabildos.

El cabildo de Luján creó una escuela en 1773 como consta en el acta del 15 de junio. Dicha escuela se estableció con la aprobación superior del gobernador de Buenos Aires, el teniente general Juan Jose de Vertiz y Salcedo. En la escuela se enseñaba a leer, a escribir, a contar, y la doctrina cristiana y educación. Para asegurar la concurrencia de los niños, se levantó un padrón y luego el Cabildo emitió un bando incitando a los padres y tutores a que enviaran a la escuela a los niños en edad escolar. El 3 de agosto de 1775, el cabildo celebró un largo acuerdo relacionado con la inasistencia de los niños a la escuela, resolviendo imponer multas a los padres.

El Cabildo de Luján sesionó hasta 1821.

Fueron muchos los personajes vinculados a su historia. Durante las Invasiones Inglesas se alojaron en él los jefes ingleses Willian Carr Beresford, Denis Pack y numerosos oficiales. Entre 1810 y 1815 vivió el obispo de Córdoba Orellana y algunos cabildantes de Buenos Aires. En 1814 fue confinado allí el General Manuel Belgrano y, cuatro años después, el brigadier Cornelio Saavedra. De 1835 a 1839 habitó como prisionero en esta casa el general cordobés Jose María Paz y en 1874 fue alojado el general porteño Bartolomé Mitre y los coroneles Ocampo, Machado y González.

 

Fuente: Didier Marquiegui

 

El proceso constructivo del edificio

La construcción del Cabildo fue tratada ya en la misma sesión inaugural, el 7 de enero de 1756, discutiéndose acerca de la posibilidad de construir una “casa cabildo y cárcel”. Pero los años pasaron y se siguió funcionando en un edificio alquilado; recién en 1772 se tienen noticias acerca del inicio de obras, aunque se desconoce quién fue su proyectista y constructor. La suspensión del Cabildo entre 1783 y 1787 por litigios con el de Buenos Aires paralizó cualquier trabajo. Recién cuando se recibió la modificación real a la Real Ordenanza de Intendentes en 1788 se pudo volver a establecer el Cabildo, aunque esto tampoco fue posible hasta 1792 por demoras de las autoridades porteñas. De todas formas sirvió para que en el interín fuera designado Pedro Preciado, maestro de obras de Buenos Aires, para que reconociera el estado de las obras y propusiera un proyecto para su finalización; incluyó dos planos y fachada y un extenso informe.

En 1792 se logró por fin iniciar las obras proyectadas por Preciado, las que en realidad se hicieron a partir de lo existente; los trabajos los dirigió el albañil Francisco Echegoyen y a partir de 1796 José Lino Gamboa, quien finalizaría el edificio tras muchísimos años, demoliendo varias partes, ampliando otras e introduciendo algunas reformas; en 1810 aún trabajaba en ello. Esto demuestra la complejidad estructural y constructiva del edificio, fruto de diferentes manos, técnicas, materiales y cambios de todo tipo. El resultado final, muy cercano a lo proyectado por Preciado, fue un Cabildo de neta tradición española, característico de pueblos pequeños, con sus arquerías y balcones aunque con elementos que podrían adjudicarse a la tradición constructiva pampeana. El proyecto de Pedro Preciado constaba en planta baja de dos cuartos y un tercero por escalera hacia el nivel superior; un corredor permitía el paso hacia un patio en cuyo lado izquierdo había dos prisiones, una habitación para el carcelero y una cocina; el baño estaba en el ángulo opuesto y un pozo de agua se hallaba en el centro del patio. En el piso superior, donde se llegaba por la escalera, se circulaba por el balcón hacia la Sala Capitular y luego al archivo.

Con posterioridad a la declaración de la Independencia y a la suspensión de los cabildos hubo ya pocos cambios. Al parecer se modificó la ubicación de la puerta principal, ya que una acuarela hecha por García del Molino en 1845 así lo muestra; pero la nueva Municipalidad allí instalada continuó hasta 1910; en el interín hubo varios intentos de demolición y en 1889 se hizo una enorme excavación en el patio en busca de un supuesto tesoro enterrado. Entre esa fecha y 1918 le fue prestado el edificio a la Policía y al Círculo de Obreros Católicos; estos últimos intentaron modernizarlo, destruyendo algunos sectores del edificio y gran parte de las molduras y decoración.

 

Fuente: Daniel Schavelzon

El Cabildo
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