La Posta de Rocha o Cañada de Rocha era un paraje ubicado a la vera del Camino Real, la principal vía de comunicación entre la ciudad puerto de Buenos Aires y el Alto Perú. Ubicada sobre la margen derecha del arroyo Marcos Díaz (actual arroyo del Haras), constituye el testimonio más antiguo del Luján de tiempos de la Colonia.
Teniendo en cuenta que los campos de ese entonces eran tierras desoladas y siempre estaba latente el peligro del asalto del malón, la Posta permitía vadear la cañada y brindaba refugio a los viajeros y a las tropas de carretas. Por tales motivos, el paraje fue cobrando importancia.
En 1663 se consolida definitivamente al ser integrada al itinerario de postas al declararse obligatorio el camino Real para los Reinos del Chile y Perú. Partiendo de Buenos Aires, pasaba por Pilar y seguía el trazado aproximado de la actual Ruta Nacional N° 8. A partir de esa fecha, los viajeros estaban obligados a pasar por Luján, luego por la Posta de Rocha, y así continuar viaje hacia las denominadas Provincias superiores.
Ya a mediados del siglo XIX, al igual que el resto de la pampa, la zona se fue poblando con algunos negocios, como el almacén de ramos generales que atendía el vasco don Francisco Orcoyen. Su compatriota Urriza también se instaló en las cercanías, comprando campos y construyendo un almacén donde acopiaba mercadería conocida bajo el nombre de “frutos de país”, es decir, lanas y cueros. Cabe aclarar que el desarrollo de la agricultura todavía estaba en sus albores.
Con el correr del tiempo el campo se fue alambrando, aparecieron los sembrados, las arboledas y un mayor número de inmigrantes, motivo por el cual se hizo patente la necesidad de una escuela para los hijos de aquellos campesinos que estaban poblando la patria. Para dar respuesta a estas nuevas demandas, el italiano Agustín Delfino fue el primer docente de aquel paraje. Don Agustín no era maestro, pero si dueño de grandes condiciones intelectuales.
Comenzó dando clases particulares en la casa de los Anselmo. Al poco tiempo, ante el incremento del número de alumnos, se hizo necesario un lugar más grande, y la escuela fue pasando por distintos domicilios particulares como el de los Orcoyen, los Lizarralde y los Urriza, entre otros, hasta que finalmente se radicó de forma definitiva en la localidad de Open Door. Además de lograr el reconocimiento de todos los pobladores, finalmente el Italiano Delfino logró su título de maestro y paso los últimos años de su vida dedicado a su pasión.
Fue también en este mismo donde el padre de la ciencia, Florentino Ameghino, realizó importantes hallazgos paleontológicos y practicó excavaciones en busca de restos de una tribu de hombres prehistóricos.
A fines de siglo XIX, con la puesta en funcionamiento del ramal ferroviario Luján-Vaguez, la posta fue perdiendo tránsito comercial y el paraje fue cayendo en desgracia. Los viejos almacenes fueron cerrando y comenzó a poblarse la localidad que hoy conocemos como Carlos Keen. En la actualidad, quien recorra las orillas de arroyo Marcos Díaz, podrá observar los restos de las excavaciones de Ameghino y los restos de las paredes de los primeros almacenes de ramos generales.